Los seis mitos más repetidos sobre el veganismo

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A pesar de que los hemos escuchado e incluso los hemos repetido y reproducido muchas veces, dándoles crédito y visibilidad, quizás nunca se nos ha pasado por la mente que muchas de las afirmaciones que se han extendido acerca del veganismo son absurdas y pretenden asustar a quien se ha planteado cambiar su estilo de vida.

Sin embargo, gracias a este breve artículo, cualquiera podrá ver que tales afirmaciones no tienen fundamento alguno y detrás de ellas no hay una profunda reflexión, sino una mezcla de desconocimiento, falta de interés en el tema de la nutrición vegetal y, quizás, la voluntad de desinformar a quien no controla demasiado de este tema, para predisponerlo en su contra.

 

1) Si no tomas carne no consigues las proteínas que tu cuerpo necesita

 

Como ya explicamos en otro artículo de esta web, llamado Vegetales con más proteínas que la carne, la carne no destaca precisamente por ser el alimento con la mayor cantidad de proteínas. Por poner un ejemplo, las alubias y las almendras tienen una cantidad similar y en ocasiones superior de proteínas que la carne y el pescado. Además, el alimento vegano estrella, la soja texturizada, tiene cerca del 50% de contenido proteico, mientras que la carne y el pescado no sobrepasan el 25% de media.

Algo que se pasa por alto muchas veces es que casi todos los alimentos vegetales que consumimos contienen algo de proteína en mayor o menor medida, como por ejemplo el pan integral, la harina de avena, el tofu, los sustitutos de la carne (como la citada soja texturizada), las lentejas, las nueces, la mantequilla de cacahuete, la leche de soja, las habas y las legumbres, y muchos más.

Lo interesante de los alimentos vegetales es que no solamente tienen las proteínas suficientes, sino que también tienen fibra, muy importante para nuestra salud intestinal, y muchos de ellos destacan por su alto contenido en minerales, como las lentejas, que sobresalen, como sabemos, por su alto aporte de hierro.

 

 

2) Las personas veganas suelen tener baja la vitamina B12

 

La vitamina B12, de la que ya hablamos brevemente en otro artículo acerca de la espirulina, es vital para evitar desarrollar enfermedades cardíacas y demencia. Aunque se encuentra naturalmente presente en alimentos de origen vegetal, lo hace en proporciones muy bajas que se consideran insuficientes para la salud del ser humano. Recordamos que las personas adultas sin problemas de salud, deberían consumir entre 50 y 100 microgramos de vitamina B12, del tipo cianocobalamina.

Pastillas de vitamina B12

En cuanto a las investigaciones disponibles, citamos una publicada en la revista Journal of Nutritional Science (2019), realizada en España con 49 vegetarianos y 54 veganos, que concluye una deficiencia de vitamina B12 en el 11% del total de la muestra.

Sin embargo, la B12 que necesitamos no se obtiene a partir de animales, sino a partir de cultivos de microorganismos.

Según esto, nos encontramos ante otra contradicción entre el mito y la realidad, ya que las personas veganas y vegetarianas no deberían tener problemas para obtener la vitamina B12 que necesitan, puesto que esta no procede única y exclusivamente de animales, sino que se puede sintetizar para ser consumida en forma de suplementos adecuados, en las proporciones indicadas, o bien para ser inyectada en los casos más graves.

Para finalizar, cabe aclarar que el hecho de tener una alimentación omnívora tampoco asegura obtener toda la vitamina B12 necesaria, como demuestra el hecho de que existan personas que, aún comiendo carne y pescado, muestran un déficit de esta vitamina. Además, a partir de los cincuenta años de edad, independientemente del tipo de alimentación, se recomienda a todas las personas que tomen suplementos de B12, hecho que implica, nuevamente, que ni siquiera una alimentación omnívora nos pone a salvo de deficiencias de esta importantísima vitamina.

 

3) Los productos lácteos son esenciales para tener huesos sanos ya que son la única fuente de calcio de la que disponemos

 

Los productos lácteos, que tenemos asociados inevitablemente con nuestra salud ósea, no son ni la única fuente de calcio disponible, ni la más saludable. En su lugar podríamos citar las almendras, el tofu, los frijoles y otras habas, las semillas de sésamo, la leche de soja, muchísimas algas marinas, etc.

Un estudio de 12 años con casi 78,000 mujeres no encontró pruebas que respalden la afirmación de que la leche desarrolla huesos más fuertes. Sin embargo, los estudios demuestran que la proteína animal que se encuentra en los productos lácteos en realidad aumenta el riesgo de desarrollar osteoporosis.

Más que ventajas, el consumo de leche ha demostrado tener multitud de inconvenientes a juzgar por un gran número de investigaciones. Podríamos dar cuenta de todas, pero citaremos solo tres:

  • En primer lugar, la doctora de Harvard Ganmaa Davaasambuu indicó que los estrógenos que están presentes en la leche de vaca pueden aumentar nuestras posibilidades de desarrollar cáncer de próstata, de ovarios y de mama.
  • Otra investigación, publicada en 1998 en Annals of Internal Medicine, indicó que el consumo elevado de vitamina A (también conocida por el nombre de retinol), presente en la leche y multitud de cereales y barritas energéticas que consumimos, puede dañar los huesos produciendo osteopatías.
  • Para finalizar, la investigación publicada en Archives of Disease in Childhood, también demostró que es cierto que el consumo de leche hace crecer a edades tempranas, pero se relaciona con la obesidad y el sobrepeso, debido a su alto contenido en grasa.

 

4) Las personas veganas tienen más cálculos renales y padecen gota

 

De todos los mitos, este es quizás el más desacertado, ya que la gota, (conocida entre los especialistas con el nombre de artritis metabólica), es el resultado de los depósitos de ácido úrico cristalizado en las articulaciones y cartílagos.

La comunidad científica ha descubierto, a través de múltiples investigaciones, que la alimentación vegetal reduce de manera considerable el riesgo de gota. La alimentación y la obesidad, estrechamente relacionadas, pueden ser dos de las causas que influyen en esta enfermedad. Dejando a un lado la predisposición genética, la alimentación es el único factor que podemos controlar adquiriendo hábitos más saludables: una dieta a base de carne, mariscos y bebidas endulzadas con azúcar de fruta (fructosa) y el consumo de alcohol (sobre todo de cerveza), elevan los niveles de ácido úrico, causante de esta enfermedad. Además, las personas que padecen obesidad, parecen producir más ácido úrico y tienen más probabilidades de desarrollar cálculos renales.

Como vemos, todas las pruebas apuntan a que la alimentación vegetal es la mejor para evitar la gota y los cálculos renales, y no al revés.




 

5) Comer carne es la mejor manera de obtener hierro.

 

Nuevamente hay que aclarar que el hierro no solo está presente en la carne, sino que está disponible en todo tipo de alimentos, como demuestran diferentes investigaciones.

Entre ellas, la publicada en American Journal of Clinical Nutrition que llegó a la conclusión de que no existen diferencias significativas entre las pruebas realizadas a personas que consumían carne y quienes no lo hacían, sino que sus tasas de deficiencia de hierro eran similares.

En buena lógica, esta investigación y otras muchas, demuestran que no existe una relación directa entre la alimentación y el déficit de hierro, más conocido como anemia, sino que puede deberse a otros factores diferentes del tipo de alimentación que se escoja.

 

6) Comer pescado es imprescindible para tener buena salud

 

En múltiples artículos como este se detalla un hecho notable: se ha encontrado que la carne de algunos peces y mariscos es mucho más tóxica que el agua en la que viven (hasta nueve millones de veces). El pescado, actualmente, se encuentra muy contaminado por elementos como el mercurio, y todos los pescados, en mayor o menor medida, contienen una cantidad de plástico capaz de dañar al ser humano.

Tanto es así, que en pescados como la famosa panga, se recomienda restringir su consumo a no más de 10 veces al año; sin embargo, se sirve de manera frecuente y habitual en hospitales, centros de cuidado de personas ancianas, comedores sociales y comedores infantiles de colegios, debido a su bajo coste.

Actualmente sabemos que el consumo de peces tóxicos aumenta el riesgo de padecer defectos congénitos o de nacimiento, propicia el desarrollo de diferentes tipos de cáncer, además de dañar gravemente el sistema nervioso, el hígado y los riñones.