Cada vez se come menos carne en España

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En los últimos diez años, el consumo de carne en España ha disminuido de manera notable. Las empresas cárnicas han sufrido pérdidas considerables, sobre todo los sectores ovino y caprino (ovejas, cabras y corderos). Diferentes estudios y los medios de comunicación atribuyen este hecho a la crisis que está azotando a nuestro país desde el año 2008. Este mismo año supuso el inicio de la recesión, y fue justamente el principio de una tendencia cada vez más clara: el consumo de productos cárnicos ha descendido en lo que parece una caída libre, aunque progresiva. Todo parece apuntar hacia la veracidad de la hipótesis de la crisis económica, ya que aunque existe el mito contrario, lo cierto es que la carne sigue siendo mucho más cara que las verduras y legumbres.

Sin embargo, otros estudios indican que detrás de esta tendencia se esconde un aumento en la concienciación de la sociedad con el consiguiente cambio hacia una alimentación vegana o vegetariana. En este sentido, el famoso estudio llamado The Green Revolution apunta a que, en realidad, lo que estamos viviendo es una revolución «veggie«, a niveles jamás pensados.

De hecho, este estudio está muy bien documentado y se basa en encuestas y entrevistas. En el año 2017 se llevó a cabo la primera de estas investigaciones, y, en el presente año 2019 han dedicido repetirla. Gracias a esta iniciativa, hoy sabemos que el número de personas que se declaran veganas y vegetarianas en España ha aumentado desde 2017 hasta hoy: sus datos muestran un 0’5% de personas veganas (0,2% en 2017), un 1,5% de vegetarianas (1,3% en 2017).

Sushi vegano

Lo relevante en este punto es que, según el citado estudio, las personas omnívoras cada vez son menos, como no podía ser de otra manera al haber aumentado la cantidad de personas que encajan en las anteriores categorías. Aunque actualmente suman el 87,8% de la población, en 2017 estaban dos puntos por encima (89,6% en 2017). En suma, las dietas veggie han aumentado en España un 27% en tan solo dos años.

Aún si consideramos que la crisis no ha sido un factor determinante, debemos reconocer que existen otros factores a tener en cuenta, como la creciente preocupación de las personas por una alimentación saludable, ecológica y libre de pesticidas, tal y como indica el estudio anteriormente citado.

Por si las sospechas que rondaban a la carne fuesen poco evidentes, estas se vieron confirmadas cuando la OMS (Organización Mundial de la Salud) declaró en el año 2015, que las carnes rojas (cerdo, ternera, cordero, caballo, cabra, etc) y, en menor medida las carnes procesadas (embutidos), son claramente carcinógenas (o cancerígenas). Sin embargo, ya con anterioridad al anuncio de la OMS, según se puede consultar en la base de datos de consumo en hogares que elabora el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación entre los años 2013 y 2017, el consumo de carne en España ya había descendido cuatro kilos, uno cada año (desde 50,6 kg al año per cápita, hasta 46,6 kg).




El hecho más sorprendente es que en relación con las cifras de 2016, cuando cada persona gastó de media 320 euros en 50,14 kilos de carne, (6,39 euros/kg), en el año 2017 se registró el descenso más significativo de la década en cuanto al consumo de carne: entonces consumieron menos de 47,6 kilos de carne por persona, tres kilos menos que en 2016, lo que se traduce en un gasto por persona de 311,55 (6,54 euros/kg).

Hamburguesa vegana de la marca Beyond Meat

Como dato casi anecdótico, cabe notar que las personas que consumieron carne en 2017, a pesar de comprar menos cantidad, pagaron más por el precio del kilo, un total de 15 céntimos más de media. Podría parecer un dato poco importante, pero el descenso en el consumo de la carne podría estar llevando a un encarecimiento progresivo de la misma, por el menor número de público que la demanda.

La mala noticia detrás de las cifras prometedoras en el descenso del consumo de carne, es que alrededor del 80% de la carne que se consume en los hogares españoles sigue perteneciendo a las categorías que la OMS considera las más peligrosas y cancerígenas: la carne roja y la carne procesada.

En vistas de esta inestabilidad y progresiva disminución del consumo de los productos cárnicos, y también debido a la mayor demanda de productos 100% vegetales o plant-based, las empresas están cambiando su forma de hacer las cosas de manera paulatina, dando cabida entre sus productos a alternativas aptas para el consumo vegano y vegetariano. Al parecer, se han dado cuenta de que pueden lucrarse de lo que llevaban años criticando y atacando, ya que la tendencia es que este público irá en aumento.

Tanto es así que, en algunos casos concretos, algunas compañías han tenido que dar un paso atrás en sus spots publicitarios anti-vegetarianos, como el conocido caso del anuncio de Campofrío, en el que un adolescente vegetariano estaba «harto de platos insulsos» y quería «probar cosas nuevas» (Campaña publicitaria de 2008).

 

 

Este excéntrico anuncio no sirvió de mucho a Campofrío, ya que la empresa cárnica lleva sufriendo pérdidas constantes desde el año 2013. Probablemente por este motivo en los últimos años comenzó a comercializar mediante la marca Vegalia sus diferentes versiones de salchichas vegetarianas y lonchas de embutido, ambos productos creados a base de albúmina de huevo y, dirigidas a captar al público vegetariano.

Otras empresas, como la cadena de supermercados Mercadona ha recurrido a la industria cárnica, en concreto a las empresas Noel e Incarlopsa para crear productos aptos para consumo vegano y vegetariano. La empresa cárnica Noel, es la encargada de elaborar lonchas de embutido vegetarianas hechas a base de albúmina de huevo y cuatro tipos de hamburguesas veganas. Por su parte, Incarlopsa es la encargada de elaborar las sachichas veganas de Mercadona, elaboradas a partir aceite de girasol y proteína de guisante.

Tofu

Lo cierto es que muchas personas veganas y vegetarianas no quieren consumir estos productos porque, al fin y al cabo, las empresas que los comercializan se lucran también a través de la venta de carne y por consiguiente, a costa del maltrato animal.

Sin embargo, otras personas consideran importante consumirlos, ya que esto envía un mensaje claro y directo a dichas empresas: la clientela quiere más productos como estos, y elige comer «lo de siempre», pero sin que ello implique segar la vida a ningún ser sintiente.

Quien está en contra de este modelo de consumo alega que ya existen empresas que se dedicaban a la creación de sucedáneos de la carne desde hace muchos años. Efectivamente, este es el caso de algunas conocidas marcas que podemos encontrar en cualquier tienda biológica y/o vegana: Taifun, Soria Natural, Sojasun, Zuaitzo o Violife. Estas compañías, con mucho esfuerzo y dedicación, llevan años apostando por productos no solo veganos, sino de producción ecológica y respetuosa con el medio ambiente.

Sin embargo, actualmente parece que quizás por el carácter masivo e inmediato de nuestro modelo de consumo, donde es necesario abastecer a cientos de miles de tiendas en todo el país, la industria cárnica es la única que puede ofrecer los medios para ello, y es capaz de satisfacer las necesidades de producir con rapidez y a precios competitivos. Las pequeñas empresas difícilmente podrán competir con las empresas cárnicas ya asentadas, y menos cuando muchos de estos productos son de importación, lo que encarece su precio.




 

Pero, en resumen y a juzgar por los alarmantes datos del descenso de venta de carne, la ansiada reconversión hacia una industria alimentaria cruelty free ya es una realidad: no solo es posible, sino que quizás ya esté en marcha.

Como consecuencia, se podría salvar la vida de millones de animales, y lo que es más importante, evitaría que se creasen individuos masivamente y «con fecha de caducidad», con el destino ya escrito de nacer para morir, únicamente para consumo y disfrute del ser humano.