La caza furtiva es una lacra que, desgraciadamente, tiene efectos negativos en todo el planeta. Según National Geographic, se estima que en la actualidad son más de 300 las especies de mamíferos que están cerca de su extinción debido al negocio lucrativo que genera la caza furtiva. Se habla de que, en relación con esta práctica, en el mercado negro de la compra-venta de animales exóticos se mueven cifras entre los 8.000 y los 20.000 millones de euros anuales.
En lo que respecta a África, la lacra de la caza furtiva ha supuesto un fuerte impacto sobre algunas especies de animales características de ese continente. En las últimas dos décadas la población de leones disminuyó un 43% y el rinoceronte negro ha pasado casi a desaparecer desde 1960 al reducirse su población en un 97,6%. De otras especies como el gorila de montaña y la cebra grevy quedan cerca de 1000 y 2000 individuos respectivamente. En cuanto al elefante africano se asesinan anualmente 35.000 individuos.
Para tratar de acabar con esta situación, se ha creado en Zimbabue un cuerpo militar de élite para velar por la protección de estos animales dentro del territorio de dicho país sudafricano. La particularidad de este grupo militar con una finalidad tan justa es que está formado únicamente por mujeres en riesgo de exclusión social. Este hecho conlleva que mujeres de comunidades rurales que estaban marginalizadas por ser pobres, madres solteras, víctimas de violaciones, prostitutas, víctimas de violencia machista o esposas de cazadores furtivos en prisión, tengan una oportunidad de ocupar un lugar relevante dentro de la sociedad en la que viven.
La unidad militar a la que pertenecen estas mujeres se llama Akashinga, cuya traducción al español sería «Las valientes«. Esta iniciativa está integrada entre las actividades de la International Anti-Poaching Foundation (IAPF), fundada y dirigida Damien Mander, un ex militar australiano. Mander se inspiró en las Black Mambas, la primera unidad femenina creada en el mundo en contra de la caza furtiva, cuya área de operación se encuentra en el parque nacional Kruger en Sudáfrica.
La unidad Akashinga contó en sus inicios con 36 mujeres que recibieron un entrenamiento completo mediante el cual fueron formadas principalmente para tareas como el combate cuerpo a cuerpo y con armas de fuego, camuflarse, patrullar, practicar primeros auxilios y también para tener competencias en derechos humanos y conservación del medio ambiente. El éxito de esta primera unidad ha sido tal, que se prevé que para el año 2030 haya un total de 2000 mujeres Akashinga protegiendo la fauna de Zimbaue contra la caza furtiva.
Damien Mander y su equipo de trabajo siguen una alimentación vegana, porque consideran como un acto de hipocresía el hecho de luchar por salvar unas ciertas vidas animales y por el contrario alimentarse de otras. Es por ello que dentro de la unidad Akashinga se instauró el veganismo como norma, un hecho que no ha resultado un problema para las mujeres que forman la unidad.